¿Alguna vez has sentido que ciertas etapas de tu vida necesitan un punto final? Sobre todo, cuando comienza el último mes del año, empiezas a sentir y a pensar en qué personas, situaciones o experiencias quisieras que queden en el año que se despide para siempre.

Cerrar ciclos tiene el mismo sabor del último capítulo de un libro que te ha mantenido emocionado y reflexivo, pero ahora es hora de dar vuelta a la página, la última página y empezar otro viaje.

Cuando hablo de ciclos, me refiero a una amistad que ya no fluye, que ya no llena el corazón de bienestar, sino todo lo contrario. Una amistad que ha perdido el sentido más profundo de esa complicidad que la sostenía.

También, hablo de una relación amorosa que se agotó, que dio sus últimos manotazos para mantenerse a flote, pero que está destinada a naufragar y no queremos que nos arrastre con ella. O un trabajo que ya no te despierta esa chispa de emoción y que no te motiva a levantarte cada mañana para dar lo mejor de ti. En fin, puedes ponerle el título que gustes a ese ciclo que quieres y que necesitas finalizar.

¿Qué implica cerrar un ciclo?

Cerrar un ciclo, no se trata solo de poner fin a algo, sino de reflexionar sobre lo que esa experiencia te ha enseñado. ¿Qué aprendiste? Cada capítulo de la vida, incluso los más difíciles, tiene lecciones valiosas. Reconocer lo aprendido es como guardar un tesoro para tus futuros desafíos. De lo contrario, el dolor habrá sido en vano.

Piensa también en lo que no te dolió. A veces, el fin de un ciclo viene con aires de triunfo, y eso está bien. No todo tiene que ser tristeza. Quizá ese ciclo culmina acompañado de tu mejor sonrisa y con tus ganas de barajar y dar de nuevo.

Según creo, la parte más emocionante de este proceso es lo que pondrás en práctica la próxima vez. Imagina cerrar un libro y abrir uno nuevo. ¿Qué cambios quieres ver en tu próxima historia? Quizás aprendiste a establecer límites más claros, a valorar más tu tiempo o a buscar relaciones más genuinas. Es el momento de aplicar esas lecciones en tu nueva etapa.

El cierre de un ciclo no es el fin del camino, es el comienzo de otro. Es dejar espacio en tu corazón y en tu vida para nuevas personas, nuevos desafíos y nuevas experiencias. Es dar la bienvenida a lo desconocido con esperanza y entusiasmo, sabiendo que cada cierre es la semilla de un nuevo inicio.

Te invito a que cierres tus ciclos de manera saludable y, sobre todo, siendo bondadoso contigo mismo. Agradece que tienes la oportunidad de escribir nuevas páginas. Tómate tu tiempo para reflexionar, dar gracias y recordar lo aprendido. De eso se trata la vida, de renovar ciclos, poniendo en práctica todo lo que los libros que elegimos cerrar nos han enseñado.

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Te deseo un feliz cierre de este año y el mejor de los comienzos para el ciclo venidero…

Trad. Jimena Freytes