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Ni tan más, ni tan menos: una filosofía de vida

Quizá sea la mejor alternativa para transitar nuestros espacios vitales. Puede parecer disonante, pero son alternativas que nos alejan de los inquietantes extremos de los que no deseamos apartarnos (¡está todo bien!), o, por el contrario, queremos salir (¡está todo mal!).

No pretendamos estar en la irrealidad del ¡todo bien! de la salud, la belleza, la alegría, el bienestar; ni tampoco (por suerte), en la del ¡todo mal! de estos sustantivos abstractos. La clave para lograrlo está en observar los detalles; nunca faltan, pero son los grandes olvidados.

Recuerdo haber tenido que picar cebolla, ajo y pimiento con la mano izquierda, por tener lastimada la derecha. ¡Me quejé todo el tiempo que, lógicamente, fue muy largo! Pero finalmente pude disfrutar mis ravioles con salsa, que no estaban ni del todo bien ni del todo mal. Mientras comía, usando también la mano izquierda, me di cuenta de su valioso aporte: dejó de ser “actriz de reparto” para convertirse en verdadera protagonista.

Ser zurdo o diestro es una condición natural, ¡pero nada es absoluto, todo es relativo; y los vaivenes del tiempo se encargan de garantizar esto. Creo que implícitamente me comprometí con mi mano izquierda, tan incondicional y paciente, a recurrir más a la pausa y el sosiego porque vale la pena invertir más en este aprendizaje.

¡Cuidado con las expectativas!

Tener expectativas es bueno y forman parte del arsenal de herramientas que necesitamos para andar por el mundo. Animan nuestros proyectos y pueden o no concretarse. Pero es importante no perder la perspectiva de lo que anhelo y lo que concreto.

Aunque nunca alcancemos el 100% en los logros, siempre habrá algo que nos gratifique, que nos permita apreciar el “duele, pero no tanto” o “me alegra, aunque no demasiado”. Si las manifestaciones anímicas tienen que ver con lo que pensamos y sentimos, entonces explotemos las posibilidades que nos brindan los detalles.

Las expectativas nos pueden conducir a mejorar los actos cotidianos o a incursionar en lo novedoso. ¡Qué bueno es contar con un espíritu transformador desde la vivencia cotidiana! Lo pinta poéticamente el músico Peteco Carabajal en “Las manos de mi madre”, “manos pájaro” que hacen que “lo cotidiano se vuelva mágico”. Como lo fue esa salsa elaborada por mi mano izquierda. Soy diestra, no zurda, pero ni tanto más ni tanto menos.

Sentir y pensar

Por supuesto que la alegría y todo lo que lleva a sentirse emocionalmente en plenitud es deseable de ser alcanzado y muchas veces lo logramos. Pero tiene que ver con lo que sentimos en determinados momentos y con el acompañamiento armonioso del pensamiento, sin las cargas del pasado ni las amenazas del futuro.

Son estos dos estadios del tiempo los que condicionan híbridamente los momentos del presente. En un mundo donde todo se acelera, aquietar la mente es todo un desafío. Sea en una fiesta o en un tranquilo atardecer, solo o acompañado, sano o enfermo, a veces se trata de pensar menos para sentir más.

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Lic. Eva Gazi

Jimena y Eva