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Verdades y mentiras: ¿cómo vivir con ellas?

En nuestros actos cotidianos vamos a tener siempre aciertos y fallas, y nuestra forma más responsable de asumirlos es no esconderlos detrás de mentiras que erróneamente creemos que nos protegen. Tampoco mandar tan de frente la verdad, cuando intuimos que va a sembrar hondas heridas.

¿Será que hay caminos alternativos?

Probablemente, y si bien, nada reemplaza a la verdad ni a la mentira, existen “maquillajes” cuyos efectos pueden apreciarse más o doler menos. No es lo mismo decir “¡Qué mal te sienta ese color!” que, “Podrías probar con otro color”. O “¡No te quiero ver más!”, y en su lugar, “Lo mejor sería que dejemos de vernos”. Verdad y mentira maquilladas pueden evitar un dolor innecesario o una preocupación que no tiene sentido.

Silencio versus confesión

Son dos componentes de la comunicación que vale la pena tener en cuenta y que deben ir de la mano de la discreción como estrategia. El silencio, como respuesta, puede ser una verdadera confesión que no hace falta ponerla en palabras. Tengamos en cuenta que no siempre callar es mentir; la discreción es un derecho que no debe perder vigencia y pertenece a las zonas más personales de cada uno.

“De esta agua no he de beber”

Mentir, mentimos todos; y decir la verdad, también. En el caso de la mentira, cuando se torna consuetudinaria ya entramos en el terreno de la patología y se hace necesario buscar ayuda de un profesional. Todo comienza con reproches y malentendidos que van conformando un escenario “natural” en el que se van desmembrando vínculos y distorsionando realidades.

Todos decimos verdades y mentiras; pero debemos saber que la mentira pasa facturas, y que la verdad bien expresada es preferible sacarla a la luz y no guardarla en archivos. Ser franco a la hora de jugarse por los valores y los afectos no debe ser una utopía.

Necesidad de cambio

Mentir puede provocar a veces incomodidad que se siente en lo corporal (enrojecimiento, sudoración, tartamudeo), y en una irritación conductual (evasión de la mirada, alejamiento). Son señales que piden cambio pero que inicialmente se encuentran con resistencias. Es que todo cambio es incómodo, tal como los pies que deben adaptarse a zapatos nuevos. Implica cierto sufrimiento porque cuesta enfrentarse a la mentira como inútil o absurdo. Pero es la misma realidad, otrora distorsionada, la que se impone de manera correctiva.

Se trata de aquietar la mente que es donde se gestionan verdades y mentiras; solo desde una mente equilibrada y razonable podemos construir mejor nuestro mundo interior.

Racional versus emocional

Como seres humanos estamos hechos potencialmente para la verdad y la mentira y vivirlas racional y emocionalmente. Contamos con el don de la razón, la reflexión, la auto observación, para darnos cuenta de los errores y desaprender lo que aprendimos. La verdad y la mentira son de las tantas pautas de comportamiento que se aprenden en la búsqueda, equivocada o no, del bienestar humano. Es tarea de cada uno aprender a usarlas y a ponerlas en su lugar.

Pero sepa la Mentira, que cuando la Verdad se entera…

Y sepa la Verdad, que cuando no se ocupa, otro puede ocupar su lugar…

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Lic. Eva Gazi

Jimena y Eva